«Dos de la madrugada. La chica tropieza al andar, ha bebido demasiado. Él la sigue a cierta distancia. Las calles están vacías, es difícil que la pierda de vista. Solo necesita encontrar el momento adecuado, un rincón oscuro. Al principio, quizá se asuste, tal vez grite. Pero luego todo irá bien. Él sabrá cuidar de ella esta noche...»
La subinspectora Berta Guallar y la inspectora Lara Samper trabajan en el Servicio de Atención a la Mujer de Zaragoza, una división de la Policía Nacional que se encarga de investigar los casos de delitos sexuales y de violencia de género. Berta, tenaz y empática, casada y con hijos, tiene dificultades para conciliar su vida laboral con la familiar, pero ama su trabajo y pone todo su empeño y tesón en ayudar a mujeres que sufren violencia de género. Lara, una psicóloga perspicaz e independiente, ha tenido que enfrentarse a multitud de obstáculos y actitudes machistas para ascender en su profesión debido a su impresionante belleza, pero ha llegado hasta inspectora gracias a su inteligencia y compromiso.
Cuando su jefe, el comisario Millán, les muestra un vídeo en el que se ve el cadáver de un joven calcinado, ambas saben que se enfrentan al caso más difícil de su carrera. La víctima, Manuel Velasco, fue juzgado por haber violado a Noelia Abad, una adolescente que regresaba a su casa tras acudir a una fiesta con sus amigas. Velasco salió absuelto, por lo que es altamente probable que alguien se haya tomado la justicia por su mano.
Berta y Lara se enfrentan a un crimen en el que tendrán que poner a prueba toda su pericia y profesionalidad, no solo para encontrar al asesino sino para impedir que sus sentimientos contradictorios respecto a la naturaleza del delito se entrometan en la investigación. Todo mientras Berta sufre una campaña contra ella en internet por un caso de pederastia mal resuelto y Lara afronta un terrible secreto de su pasado que, de salir a la luz, podría dar al traste con su carrera policial.
Libro catalogado como policíaca, novela negra, suspense. Pero no es eso. Bueno sí, sí es una novela de suspense, sí hay una investigación policial, por lo que sí es una novela policíaca. Pero no es sólo eso. Es mucho más.
Por lo pronto, los protagonistas de este magnífico libro son dos mujeres, la inspectora Lara Samper y la subinspectora Berta Guallar, ambas destinadas en la unidad dedicada a víctimas de violencia de género y delitos sexuales. La primera, fría y contenida; la segunda, pasional y con los sentimientos a flor de piel. Dos polos contrapuestos, dos formas de ver la vida muy diferentes entre sí, pero que en el fondo no lo son tanto. Y como no, las dos enfrentadas a un mundo en el que el machismo aún está presente; no sólo en la calle, sino también en la comisaría y, por qué no decirlo, a veces en sus propios hogares.
Por un lado, se juntan varios temas que se entrecruzan durante todo el libro, recuerdos del caso de violación, del caso del pederasta, la investigación de la muerte del joven calcinado y la persecución y acoso/derribo a la que se ve sometida una de las investigadoras. Complicado todo ello por el misterioso pasado de la inspectora Lara Samper, que viene a romper con su vida y la de los que lo rodean.
Pero sobre todo es un estudio psicológico de los personajes, tanto los policías como los sospechosos, víctimas y familiares. Pero sobre todo de los policías, encarnados en este libro en los personajes de Lara y Berta. Sobre todo Berta, que con su pasión por su trabajo, su preocupación por las víctimas y su dedicación nos ha calado hondo. Aunque Lara, aparentemente tan fría y calculadora, tan contenida, tiene mucho fuego en su interior: un animal herido que aún está lamiéndose las heridas, pero que tiene mucho que decir.
María Frisa nos aporta una mirada más allá del caso que se investiga. Una mirada al interior de las comisarías y de los hogares de los policías que llevan el caso. Porque cuando vemos en la televisión, o leemos en el periódico, un caso de asesinato, de violación, de.... decimos ¡qué horror! pero al cambiar el canal en el televisor o pasar página en el periódico, nuestra vida sigue, ajena al horror de ese acto indigno. En el caso de los policías no es así; su día a día es ver lo peor del ser humano, en el caso de los detenidos, o el dolor en el caso de las víctimas y sus allegados. Y si en mi caso, que soy administrativa, me es difícil desconectar el cerebro y dejar de pensar en facturas, clientes y proveedores cuando llego a casa, cuánto más difícil lo tendrán estas personas (hombres y mujeres) que dedican sus vidas a proteger las nuestras, que pasan noches en vela para que nosotros podamos dormir tranquilos.
Un magnífico libro que he leído en una lectura simultanea de #SoyYincanera. Si queréis conocer tanto las opiniones del resto de participantes como algunos fragmentos del libro que se han estado comentando durante la lectura sólo tenéis que buscar en Twitter con el hashtag #CuidateDeMi