Jonathan está pasando un mal momento... y toma una decisión: dejar de lamentarse y volcarse en los demás. Las técnicas que se utilizará para ello serán variadas: desde regalarle flores al séptimo pasajero de la línea de autobús, mandar cafés de parte de «un desconocido» o intentar hacer sonreír a su vecino pastelero, un hombre refunfuñón capaz de hacer las madalenas más deliciosas del mundo, Jonathan pondrá todo su empeño en demostrar que la vida es un regalo que merece la pena vivir plenamente.«Jamás encontrarás la felicidad en el exterior. Puedes pasarte la vida entera corriendo detrás de miles de cosas: si buscas en el mal lugar, no encontrarás nada.» Canta, ríe, baila, llora… ¡Vive!La vida es un regalo, ¡disfrútala!No intentes cambiar el mundo, ¡vívelo!
208 páginas
Narrativa
Nota: 1/5
Jonathan es un joven divorciado, con una hija a la que ve cada quince días y un trabajo que no le deja descansar. Pero aparentemente está satisfecho con su vida, hasta que una gitana le lee el porvenir. Ahí decide que va a dedicarse no sólo a ser feliz, sino a repartir felicidad a su alrededor.
Me apetecía una lectura amable, positiva, y esta sinopsis me llamó la atención. Pero el libro ha resultado un verdadero fiasco.
El autor mezcla con la historia de Jonathan, a un voyeur dedicado a grabar a extraños en la calle para subir las historias al blog en una forma burlona o a un tenista con éxito en su carrera deportiva pero despreciado por todos, en una forma que no tiene ni pies ni cabeza, sin nexo de unión real con la trama principal del libro. Si es que a la historia de Jonathan se le puede llamar trama.
En realidad, este libro que nos venden como narrativa, es un libro de "auto-ayuda", en la que el autor nos cuenta no se qué historias de conexiones invisibles, de escuchar al interior y no se qué rollos más. Y como no me gustan ni creo en los libros de auto-ayuda, pues me he sentido engañada. De ahí la mala puntuación.
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