La finca de Whistlefield es famosa no solo por su belleza, sino también por el laberinto vegetal que diseñaron sus primeros propietarios. El recorrido, delimitado por altos setos que se entrecruzan en caminos sin salida o que regresan al punto de partida, conduce a dos centros distintos en los que un cómodo banco recompensa a quienes logran alcanzar la meta. Y es allí donde, en una calurosa tarde de verano, aparecen los cuerpos sin vida de Roger Shandon —el dueño de la heredad— y de Neville —su hermano gemelo y conocido abogado—, ambos asesinados con la misma arma: un dardo impregnado de curare. Dado que todos los miembros de la familia, los únicos capaces de orientarse en el laberinto, parecen tener una sólida coartada, serán necesarias una mirada aguda y una inquebrantable profesionalidad para averiguar quién ha cometido el extraño doble crimen. Cualidades que, inteligentemente disimuladas bajo una apariencia anodina, el jefe de policía Sir Clinton Driffield posee en extraordinaria medida.
Primer libro protagonizado por Sir Clinton Driffield, un jefe de policía muy parco en explicaciones, que como dice un personaje "
... perdiste la oportunidad de conseguir un buen trabajo cuando las Sibilas se quedaron sin negocio [...]. Podrías haberles escrito sus libros con el más apropiado de los estilos. Eres un maestro antiguo en el arte de aparentar que dices algo importante cuando no estás diciendo nada en absoluto."
Un libro policíaco al estilo clásico: mansión donde se ha cometido un crimen, el investigador viene a la casa, familiares algo problemáticos y trabajadores misteriosos. Pero no me ha terminado de convencer. Me ha dejado fría. No conseguía introducirme en la trama, no me sentía intrigada. Un libro que pasará al olvido en poco tiempo. Como mucho, entretenido sin más.
Vaya, con la buena pinta que tenía el argumento es una pena que no te haya terminado de convencer... Pues lo aparcamos, no me lo apunto en la lista.
ResponderEliminar