Si hay un detective atormentado ese es Wallander. Un policía que al menos hasta ahora duda de sus propias capacidades, lleno de remordimientos por no atender todo lo que quisiera a su padre (con el que mantiene una relación un tanto tensa), dolorido por su divorcio y preocupado por una hija alejada de él.
Si a todo eso, que no es poco, le añadimos un caso que más se parece a un enfrentamiento de espías en plena guerra fría que a una investigación policial, tenemos un libro potente, intenso, no tanto por el caso en sí, que se las trae, sino también por las implicaciones personales de Wallander con parte de los implicados en la investigación.
Un muy buen libro, que me ha hecho pasar un gran rato mientras lo leía absorta.
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