No soy de poesía; sinceramente no me gusta. Pero por un reto tenía que leer un libro de poemas de un autor de mi provincia y he escogido a Gerardo Diego. Os copio aquí unos poemas que me han entrado por el ojo porque hablan de lugares/personajes muy conocidos: Peña Cabarga (vivo justo al lado), el barquillero (que ya no se ven por Santander, pero sí los recuerdan nuestros padres, y las calles que nombra que aún existen), Ciriego (el cementerio de la capital) y la isla de Mouro (nuestra vigía al mar Cantábrico).
PEÑA CABARGA
A Ricardo Cid
Peña Cabarga, norma humanizada
de mi arte y mi alma en piedra viva,
maestra de la noble perspectiva
siempre fiel de tus valles rodeada.
Ya te me acerques, agria, en la otoñada
si el ábrego te empuja y no derriba,
ya tras la lluvia, ciego, te conciba
o, ausente, palpe tu memoria amada;
ya te cubras de nieblas, te destoques,
nimbada del abril —novia de foques—,
reina de mi paisaje, hermosa y larga;
tu lomo puro y grave -línea, quicio
de mi cielo y mi tierra— te acaricio
y nace el verso así, Peña Cabarga.
BARQUILLERO
A Enrique Vázquez, "Polibio".
Si yo fuera Campoamor,
barquillero,
qué dolora, qué primor
rimaría en tu loor,
camino del Sardinero
—ay túnel de la Cañía—
en el tranvía de Pombo,
barquillero,
para inscribirla en tu bombo,
junto a la luna y el sol
de ama y soldado español.
Barquillero de canela,
tu alta vara de barquillos
sube tan alta, tan alta
que ya la ven los chiquillos
tras el balcón de la escuela,
tan alta que llega a El Alta.
Pintor que pintó tu bombo
y que se quedó tan ancho
no lo cambio yo por Goya,
por Riancho
ni por Sebastián del Piombo,
por Tiepolo y su tramoya,
Venecia, techos ducales,
San Antonio y su cuadrilla.
Otros ángeles chavales
rondan por tu barandilla.
Números, flor de los réditos
desdichas de anfiteatro:
mucho 1 y 2 y hasta 4,
y el 30 y el 20 inéditos.
Cómo rueda la lengüeta
tan soleta,
soletísima— torcida,
saltando de barra en barra.
Cómo al final duda inquieta
y su duda nos desgarra.
Si yo fuera Campoamor,
barquillero,
yo sería tu cantor
de romería y verbena.
Porque te vas por las Landas
llevando el bombo en volandas
de espalda lisa o gibosa
y llegas al Piamonte
y a Flandes y hasta los Andes,
a ti y a tu rueda o rosa
—"Viva la niña rumbosa"—
de horizonte,
camino del Sardinero,
quiero brindarte esta glosa,
barquillero.
CIRIEGO
Quieres tener casa en tu cuna,
en tu ciudad o en su paisaje,
que con los tuyos te reúna
y el mar arrulle en su oleaje.
Casa hacia abajo tienes una,
besan su puerta sol y luna,
lluvia de paz la lava luego,
tierra la arraiga y mar la acuna,
Tus padres duermen en Ciríego.
LA ISLA DE MOURO
A Julio Maruri
Adelantada tú en el mar violento.
se estrella en ti el retumbo de la ola,
que se abre y alza en férvida corola
con raíz de galerna y de tormento.
Sube el globo —tan blanco—, sube lento,
lento, moja el fanal de la farola
—quieto, oh nivel, oh cumbre— y ya se inmola
ya se derrumba turbio y ceniciento.
La catapulta tu perfil socava,
pero tú, isla de Mouro, te alzas brava,
sobre el puntal de arenas y de espumas,
partiendo en dos la enfilación del viaje.
—¿A dónde tú, alma mía, al cabotaje?
—No. Al septentrión de las heladas brumas.