La ayuda que, en esta ocasión, le pide un tal Alvin Limardo a la investigadora privada Kinsey Millhone es más bien rutinaria : localizar a un joven que le ha hecho un favor y a quien adeuda un talón de U.S.$ 25.000. Demasiado tarde se enterará Kinsey Millone de que su verdadero nombre es John Dagget y de que, además de mentiroso, alcohólico y ex convicto, es también un fiambre más en la morgue del distrito. Los polis dicen que murió ahogado, pero Millhone se niega a creerlo. Metida en la basura que es la vida de ese muerto, pronto descubre que tenía muchos enemigos con buenas razones todos para acabar con él : la hija y la esposa, marcadas por la convivencia con un borracho, una mujer que creía ser su esposa legítima y, para colmo, detrás de los U.S.$ 25.000, una banda de narcotraficantes. Pero, ante todo, están las familias de las cinco personas que John Dagget atropelló un día salvajemente en pleno estado etílico
Cuarto libro de "El alfabeto del crimen" protagonizado por Kinsey Milhone, una detective privada que tiene las ideas muy claras y su propio código de honor.
Kinsey es contratada para que entregue un cheque. Su cliente resulta ser un impostor, que le paga con un talón sin fondos. Pero nuestra detective, en vez de dejar el caso y olvidarse del asunto, continua investigando, para saber los motivos detrás del encargo. Hasta aquí no entiendo la decisión de investigar: yo habría dejado de lado el asunto, sobre todo sabiendo que no he gastado nada y que no ganaré nada. Pero Kinsey es Kinsey.
Todo se complica cuando aparece muerto, aparentemente por accidente, pero..... hay muchos sospechosos y con buenas razones.
Aunque la lectura es amena y más amable que los libros de novela negra a los que estamos acostumbrados, en este caso la historia tiene un punto más oscuro, más triste.
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