jueves, 30 de agosto de 2018

"El hombre en el castillo" de Philip K. Dick

La Segunda Guerra Mundial ha terminado en 1947, siendo los Aliados derrotados por el Eje. Los Estados Unidos han sido invadidos y consecuentemente divididos entre japoneses y alemanes, del mismo modo que Alemania tras su derrota en el «mundo real».
Un autor que se acerca a un escenario como el propuesto se enfrenta al problema de describir cómo sería el mundo si los nazis hubieran ganado la guerra. Dick opta por trazar a grandes rasgos la brutalidad nazi llevada al mundo entero, e incluso al espacio exterior, y elige centrarse preferentemente en la cotidianidad de los americanos derrotados dentro de una cultura japonesa victoriosa.
La acción se desarrolla en 1962 en la costa Oeste de los que otrora fueran los Estados Unidos, ahora PSA, Pacific States of America, zona de influencia japonesa. Los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, a tal punto que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse. Este mundo nos es descrito a través de las vidas de Robert Childan, Frank Frink, su ex-esposa Juliana, y Nobusuke Tagomi, saltando la narración constantemente de un personaje a otro.
La trama gira alrededor de tres cuestiones que se tocan por momentos: el comercio en torno a las antigüedades americanas y la valoración que los japoneses hacen de ella, la misión del Sr. Baynes, llegado de Europa, para entrevistarse, con fines aparentemente comerciales, con el Sr. Shinjiro Yatabe, y un extraño libro, censurado por los nazis, que describe a los Aliados victoriosos, escrito por un tal Hawthorne Abendsen, el Hombre en el Castillo al que alude el título.




Un libro que es un claro ejemplo de ucronía, en el que el autor recrea lo que pudo haber sido si un hecho histórico hubiera resultado en otro sentido del realmente acaecido. En este caso, el autor describe un mundo en el que Alemania y Japón ganaron la guerra.

Lo primero es alejar falsas expectativas. Si os esperáis un libro que trate de resistencia, organizaciones clandestinas que luchan contra el invasor nazi/nipón, este no es el caso. Esta obra es una especie de tratado psicológico de los personajes y de las distintas facciones que componen la política mundial.

Alemania y Japón ganaron la guerra y se dividieron el mundo entre los dos. Rusia y Occidente para Alemania; China, Oceanía y el Pacífico para Japón. Y Estados Unidos dividido entre ambas potencias: el este para alemanes, el oeste para nipones, con sólo unos estados en las montañas rocosas si no independientes si algo autónomos como colchón entre ambos.

La zona dominada por Alemania está gobernada férreamente por el pensamiento nazi, con una limpieza étnica al milímetro y todo pensamiento gobernado por los autócratas de Berlín. Un gobierno feroz, implacable, pero que está en plena crisis tras la muerte del canciller Bormann.

La zona dominada por Japón es una sociedad altamente jerarquizada, donde los japoneses son en todo momento superiores a los blancos americanos y aun con una policía secreta implacable, la Kempetai, su forma de gobierno es más de puño de hierro en guante de seda. Más mano izquierda, más sutil incluso. Una forma de gobierno casi paternalista, en la que los americanos son los nativos que tratan de contentar al hombre amarillo.

Y dentro de este panorama político-social, Dick nos presenta varios personajes de lo más variopinto: unos americanos que han perdido el orgullo nacional, donde ese espíritu de lucha que tanto les gusta mostrar en las pelis parece haber desaparecido y haberse convertido en unos súbditos del poder nipón; un jerarca japonés fuertemente influenciado por sus creencias budistas y que ve peligrar su fe y equilibrio zen; un misterioso hombre de negocios sueco que no habla sueco; una joven americana atemorizada pero decidida y un peligroso camionero italiano con un gran secreto. Pero sobre todo, el protagonista es un libro "La langosta se ha posado", una ucronía dentro de otra, que muestra un tercer final alternativo a la guerra.

Un libro que si no entretenido sí resulta interesante, aunque la parte en la que empieza hablar del I Ching (El libro de los cambios), una especie de biblia que siguen los personajes, se hace un poco árida.

2 comentarios:

  1. Qué cosas, no me sonaba de nada este libro pero gracias a tu reseña he aprendido una palabra nueva: ucronía.

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  2. Yo también he aprendido la misma palabra. Tampoco me sonaba este libro, pero creo haber visto algún otro con una temática similar. No creo que me anime esta vez. Creo que no lo disfrutaría.
    Besotes!!!

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