El último nombre es el de Michele Vigilante, un hombre que se ha convertido en leyenda haciéndose respetar primero en la calle, con el lenguaje de la violencia, y después en la cárcel, con el lenguaje del honor. Ha pasado veinte años en una celda y ahora que ha obtenido la libertad parece que la condena que lo aguarda fuera es aún peor. Porque el tiempo cambia muchas cosas, pero no borra el pasado. Y él nunca se ha detenido ante nada, y mucho menos lo hará antes de saldar todas sus cuentas.
Novela negra
400 páginas
Nota: 4/5
Y es que Michele no es un mafioso cualquiera; tiene un carácter impasible, de ahí su apodo, que parece que nada le afecta, que actúa en base a un sentido del honor propio, adquirido sobre todo en la cárcel, alimentado por sus numerosas lecturas. Y es que sí este peligroso mafioso es un gran lector.
El autor diferencia diferentes escenarios para contarnos la historia. Por un lado, el punto de vista de Michele que poco a poco toma más protagonismo hasta hacerse con la trama. Por otro, los mafiosos temerosos del asesino de las lápidas y sobre todo de perder su status en la jerarquía criminal. Y por último, la investigación policial que parece que siempre va a remolque.
La lectura me ha costado bastante en la primera parte del libro; no acababa de entrar en la trama, sobre todo porque no veías avance en la investigación. Pero una vez superado el primer escollo, una vez que el lector queda absorbido e hipnotizado por la historia de Michele, no puede soltar el libro, tiene que continuar leyendo, saber por donde va a salir hasta llegar a un final que no puedo describir más que de una forma: genial, simplemente genial. Y si no le doy un cinco sobre cinco, es por lo que me costó entrar en la historia al principio, pero me ha hecho dudar entre cuatro y cinco.
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