Harry Hole es un policía poco convencional y sus métodos para resolver un enigma, poco ortodoxos. El alcohol y una situación personal muy complicada le han hecho tocar fondo, y está a punto de perder el trabajo. Los demonios reales y los imaginarios se mezclan en la mente del policía, que se tiene que enfrentar a un criminal sanguinario y a un enemigo implacable dentro del departamento.
Quinto libro de la serie protagonizada por Harry Hole. Si hay un anti-héroe por excelencia, este es él.
En este caso, por motivos de falta de personal, Hole se ve obligado a investigar el caso emparejado con su acérrimo rival, Tom Waaler. Y por si fuera poco, su puesto en la policía y su relación personal penden de un hilo debido a su última recaída en su sempiterno alcoholismo.
Como ya es habitual en esta serie, la intriga del libro no está sólo en el caso, que se las trae, ni en el enfrentamiento Hole-Waaler, por fin abierto, sino también en los problemas personales del protagonista. Y no estoy hablando de su relación sentimental, sino de su propia psique: sus problemas emocionales, pesadillas y fobias.
Esta serie es un buen ejemplo de la novela negra que me gusta, donde lo importante no son las pruebas de laboratorio sino la intuición y el cerebro de los investigadores.
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