Cuarto libro protagonizado por Harry Hole, el anti-héroe por excelencia: un buen policía sino llega a ser por su alcoholismo, mala relación con otros policías y un cierto imán para los problemas y la mala suerte.
En este libro, Hole se encuentra envuelto en dos casos completamente independientes.
Por un lado, un atracador en serie que no deja rastro ninguno. Al haber muertes la unidad de Hole se ve implicada, en un caso que tiene raíces en el pasado y que es más complicado de lo que aparenta, y ya es decir.
Por otro, la muerte de una mujer, aparentemente por suicidio. No sería caso, sino fuera porque nuestro policía se despierta con resaca y sin memoria de la noche anterior, en la que había quedado a cenar con la fallecida. ¿Qué pasó en realidad?
Los dos casos se funden y se separan, en un sinfín de líos y enredos que llevan al protagonista a un laberinto de emociones, recuerdos y paranoia.
El libro me ha gustado; me ha tenido atrapada en todo momento y eso que me imaginaba como se resolverían los casos principales aunque no como lo hicieron.
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