Autor C.L. Cuevas
Género Novela negra
Editorial Adaliz
Páginas 268
No corría el aire, iba a ser otro mal día. El matrimonio del comisario Cabarga no pasa por un buen momento. Él y su familia necesitan esas vacaciones. Pero el hallazgo inesperado de un cadáver en el antiguo barrio del puerto de pescadores, va a trastocar sus planes de un modo que no puede imaginar. Nadie echó en falta ese cadáver hasta que el olor de la putrefacción comenzó a molestar, y sin embargo, a su lado la policía encuentra amontonados varios fajos de billetes de curso legal. Demasiado dinero como para que alguien lo deje abandonado sin más. Otra vez, Cabarga descubrirá que pocas cosas son como parecen ser, y que los límites de lo posible se ensanchan hasta donde no éramos capaces de imaginar que podían hacerlo. Una novela apasionante donde la realidad muestra su lado más duro y humano, y donde las vidas se entremezclan superando la mera ficción. Lo mejor del libro está en cada una de sus páginas, y al llegar a la última, sus personajes habrán quedado para siempre en nosotros.
Valoración ⭐️ ⭐️ ⭐️ ⛅️
Es 15 de agosto en una población costera que bien podría ser Santander 😉. Con media ciudad de vacaciones y la otra media disfrutando del puente que ofrece ese día festivo caído en jueves, es el peor momento para que aparezca un hombre asesinado en unas condiciones un tanto rocambolescas. Con ninguna otra noticia con que llenar hueco, el crimen ocupa primera plana. Y para calmar a la fiera, quiero decir la prensa, los mandamases intervienen para que un comisario con amplia experiencia en la resolución de crímenes interrmpa sus vacaciones para apoyar a la policía del lugar. Y todos sabemos lo bien que sienta eso.
Pero lo más importante en este libro no es el crimen, no sólo eso al menos. El protagonismo de la trama lo ocupan los dos investigadores: el local y el "advenedizo".
Por un lado está el inspector Carlos Rodríguez, quien se encarga del caso desde el principio. Es un joven policía que aún no llega a la treintena y cuya ambición está cohartada por un destino con poco futuro. Su relación con su pareja está también en alvis; las promesas incumplidas por culpa del trabajo empiezan ya a acumularse.
Por otro lado está el comisario Cabarga, ya en la cincuentena. Está de vacaciones en la ciudad con su mujer y su hija, en un intento de salvar un matrimonio demasiado erosionado por la obsesión de Cabarga con su trabajo. Así que ya podéis imaginar cuál es la reacción cuando le piden colabore en un caso que no entra en su jurisdicción.
Ambos policías son las dos caras de una moneda, el antes y el después de ese punto en el que el trabajo se apodera de todo tu ser.
La voz cantante de la historia la lleva Cabarga con algunos interludios protagonizados por Ramírez, e intercalando varias escenas (distinguidas por la letra en cursiva), que sólo al final aclaran su razón de ser.
Es justo esos párrafos en cursiva lo que más me ha costado. De todas formas, el libro se lee bien, resulta entretenido. Y me ha gustado sobre todo ese punto de vista doble del policía en sus comienzos y el experimentado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario