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viernes, 22 de julio de 2022

"Deaf republic" de Ilya Kaminsky

Título
: Deaf republic
Autor: Ilya Kaminsky
Serie: -
Género: Poesía
Editorial: Graywolf Press
Páginas: 80

Ilya Kaminsky's astonishing parable in poems asks us, What is silence?

Deaf Republic opens in an occupied country in a time of political unrest. When soldiers breaking up a protest kill a deaf boy, Petya, the gunshot becomes the last thing the citizens hear--they all have gone deaf, and their dissent becomes coordinated by sign language. The story follows the private lives of townspeople encircled by public violence: a newly married couple, Alfonso and Sonya, expecting a child; the brash Momma Galya, instigating the insurgency from her puppet theater; and Galya's girls, heroically teaching signing by day and by night luring soldiers one by one to their deaths behind the curtain. At once a love story, an elegy, and an urgent plea, Ilya Kaminsky's long-awaited Deaf Republic confronts our time's vicious atrocities and our collective silence in the face of them.

Finalist for the T. S. Eliot Prize
Finalist for the Forward Prize for Best Collection

Valoración: ⭐⭐⭐⭐⭐

Buscando un libro ganador del premio Anisfield-Wolf para un reto, encontré este libro de poesía que me llamó la atención por su temática. No soy mucho de poesía, más bien nada, pero algo me dijo que tenía que leer este libro. Como en digital sólo lo encontré en inglés, me decidí a leerlo en ese idioma. Y os puedo decir que he hecho bien en seguir mi intuición. Me ha puesto los pelos de punta, y eso que creo que no he pillado todo lo que quería expresar el autor.

El poema cuenta una historia dura, por su temática y por su actualidad, en su doble vertiente (luego explico esto).

El libro está ambientado en la ficticia ciudad de Vasenka, invadida por soldados al mando de un dictador. Impera la ley marcial y las reuniones públicas están prohibidas. Pero esto no aplica a espectáculos de marionetas ¿verdad? Pues parece que sí, y de esto resulta la muerta de un disparo de un niño sordo. A resultas de esto toda la ciudad deja de oír, se vuelve misteriosamente sorda. Pero esta sordera tiene dos razones de ser. 

Por una parte, es un símbolo de resistencia, pasiva pero resistencia al fin y al cabo. Se convierte también en la seña de un grupo de artistas que por el día enseñan a la población lenguaje de signos y por la noche eliminan subrepticiamente a soldados enemigos. 

Por otro lado, simboliza a una sociedad que se niega a oír, ver, reaccionar a la barbarie. Si hago oídos sordos, si me niego a admitir algo, puedo seguir viviendo como si nada. Y así la población se amolda, se adapta y agacha la cabeza para seguir con sus compras, su spa, su vida.

¿Esta es la doble vertiente? Sí pero no, porque el autor al final del libro, en uno de sus últimos capítulos, transforma la ciudad invadida, en una ciudad en tiempo de paz, al soldado en un policía en un control de tráfico rutinario y al niño muerto por el soldado en un joven conductor muerto por el policía cuando estaba intentando sacar su carnet de conducir del bolsillo. Y el pueblo que calla, que no oye, es la ciudad que sigue con su vida tranquila, sin decir nada, sin reconocer la verdad tras la muerte de un joven en un control policial rutinario. ¿Os suena?

Y esta doble vertiente es tristemente actual: las muertes por brutalidad policial están día sí y día también en las noticias estadounidenses (y en otros países, aunque no lo veamos tan a menudo), y también hay ciudades, pueblos, países asolados por la guerra, por ejércitos invasores, por dictadores (Ucrania es un ejemplo de país invadido, pero no es el único ni mucho menos). 

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