Durante miles de años fue conocido como el Infierno, el Hades o el Purgatorio... aunque en realidad jamás fue ninguno de ellos. Es simplemente el Aeropuerto, un lugar insólito que reproduce un sucedáneo de vida, donde los antiguos demonios se han convertido en funcionarios. La narración de 'No habrá Dios cuando despertemos' trascurre en ese singular espacio, donde reinan el azar, el riesgo y una caprichosa burocracia. Por allí vagan las almas de quienes sufrieron una muerte violenta a lo largo de la Historia, como Victorio, asesinado al principio de la Guerra Civil española, y como Amanda, desaparecida a finales del siglo XX en Ciudad Juárez.
Esta novela resultó ganadora del VIII premio Tristana de novela fantástica del Ayuntamiento de Santander.
No lo conocía, y vino a parar a mis manos como regalo del Ayuntamiento por la compra de libros en la Feria del Libro de este 2017.
Una novela corta, de apenas 170 páginas, que es difícil de encuadrar y catalogar. No es fantasía, del estilo que estamos acostumbrados últimamente, ni es ciencia ficción. Pero es las dos cosas, aunque prima más la primera categoría.
El libro no es raro, es lo siguiente. Si tengo que describir lo que me ha hecho sentir, es una especie de sentimiento surrealista, agobiante, desesperanzador. Y es que en realidad el autor te hace sentir que estás viviendo en el Aeropuerto, en esta especie de limbo entre cielo e infierno, donde el tiempo no tiene lugar.
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