Hay numerosos libros sobre el Holocausto, pero ninguno como éste. Se basa en una increíble historia real detrás de uno de sus símbolos más potentes: los números azules tatuados en los brazos de los prisioneros de los campos de concentración. Cuando a Lale Sokolov le fue encomendada la tarea de tatuar los números en las víctimas que –como él– eran encerradas en Auschwitz, usó la mínima libertad que su rol le permitía para intercambiar joyas y dinero de judíos asesinados por comida para ayudar a otros a sobrevivir. De ser atrapado, lo habrían matado al instante. Lale se propuso vivir una vida tan plena como le fuera posible dentro de esas terribles circunstancias. Una mañana, en la fila de prisioneros que esperaban para ser tatuados, una joven temblorosa llamó su atención. Para él fue amor a primera vista y se juró que, si lograba salir del campo, la buscaría hasta encontrarla. Durante cuatro años, Heather Morris entrevistó a un anciano Lale Sokolov. Apoyándose en sus encuentros y en abundantes documentos pero con la potencia de la mejor de las ficciones, El tatuador de Auschwitz narra esos hechos que permanecieron casi desconocidos durante más de setenta años. Por trágico que sea el relato, es un llamado a la esperanza y al coraje. Y, sobre todo, una inolvidable historia de amor y supervivencia.
Un emotivo e intenso libro que narra la historia de un joven judío checo que se entrega voluntariamente a los nazis con la vana esperanza de salvar a su familia. Su fuerte espíritu de lucha, de superación personal, le lleva a aprovechar cualquier mínima ventaja, cualquier resquicio de mejora, para conseguir sobrevivir. En su caso, aceptar el trabajo de tatuar los números que marcaban a los prisioneros del campo. Una tarea horrible, que le obligaba a realizar un trabajo que sus propios compañeros de infortunio consideraban colaboracionista, pero que él supo aprovechar no sólo para tener más posibilidades de sobrevivir al horror, sino para ayudar a sus compañeros en lo máximo que podía, arriesgando su propia vida.
Lale conseguiría sobrevivir al horror, encontrando de camino el amor de su vida, la que sería su esposa. Y sólo muchos años después, tras la muerte de esta, se animaría a contar su historia a la autora del libro, siempre con el miedo de ser tachado de colaboracionista.
Una historia narrada desde un punto de vista algo diferente a los otros libros escritos por supervivientes del holocausto. Y que deja entrever una verdad a veces oculta: que lo que pasaba en ese campo, los asesinatos en masa, era bien conocido por la población civil del entorno, algo que más tarde negarían rotundamente.