Una novela de espías en el marco del encuentro entre Hitler y el gobierno inglés para impedir la guerra en 1938, por el autor de Patria y Enigma.
Adolf Hitler está decidido a invadir Checoslovaquia para devolver a Alemania un territorio que considera suyo. La guerra parece inevitable; en los parques de Londres se cavan trincheras mientras en las casas los niños aprenden a ponerse las máscaras antigás. Sin embargo el primer ministro inglés Neville Chamberlain está dispuesto a lo que sea para evitar la catástrofe y viaja a Múnich para negociar a la desesperada un acuerdo que garantice la paz. Europa entera contiene el aliento.
Otros dos hombres llegan a la ciudad bávara con intenciones secretas. Hugh Legat es uno de los secretarios privados de Chamberlain y Paul Hartmann, un diplomático alemán, miembro de la resistencia opositora a Hitler. Grandes amigos en Oxford antes de que el nazismo llegara al poder, no se han visto desde hace seis años. Ahora, cuando el futuro de Europa pende de un hilo, sus caminos están destinados a cruzarse de nuevo.
Cuando hay tanto en juego, ¿a quién estarías dispuesto a traicionar? ¿A tus amigos, a tu familia, a tu país o a tu conciencia?
Este libro se sitúa en el año 1938 con un Hitler cada vez más fuerte y unos aliados que hacen lo indecible para mantener la paz y salvaguardar el orgullo, aunque sea negociando con lo que no es suyo.
Hitler quiere entrar en territorio checoslovaco y nadie se lo va a impedir. El quid es ¿lo hará pacíficamente o habrá guerra? Y esto es lo que se decide en la histórica reunión celebrada en Múnich entre el histriónico dirigente alemán, el presidente de la República Francesa Édouard Dadalier y el primer ministro británico Neville Chamberlain. Como buenos defensores del statu quo y de la superioridad de las grandes potencias, los representantes del gobierno legítimo de Checoslovaquia, cuyo futuro se decidía, no tuvieron cabida en esta reunión. Y esto, señoras y señores, fue real como la vida misma.
Y para explicarnos este ambiente, el autor nos presenta a dos ficticios diplomáticos, Legat en la legación británica y Hartman, en la parte alemana, que son testigos de este histórico momento mientras intentan recuperar viejas amistades y evitar que Hitler siga al mando. La parte de intriga, la de Legat y Hartman, resulta un poco aburrida. No hay tensión, es un poco forzada. Pero es la excusa para describirnos esta reunión de todopoderosos, y dejar entrever una corriente de oposición a Hitler.
El punto de vista del autor con respecto a Chamberlain es contradictorio a otros autores. Donde unos ven un político pusilánime que se rinde con facilidad ante Hitler y no ve lo que no quiere ver, el autor ve a un político que en aras de mantener la paz y preparar al país sacrifica lo que no tiene.
El libro se queda en meramente interesante, sin destacar nada en especial, una forma sencilla de entrever este momento histórico.